There are people who, for whatever reason, lose everything. Rodrigo
was one of them. But there was one thing he didn't lose, and that was
hope.
Rodrigo has lost his family home due to a devastating tornado.
Surrounded by rubble, he almost gives up. But then he remembers his
father's words of encouragement and finds the strength to build a new
life. He slowly developed the confidence to start again and bring hope
to lonesome, vulnerable, and homeless people. Thanks to the love he felt
for his family and for his land, he recovered the illusion and hope. In
turn, he found help and cooperation in others who were going through the
same situation as him. Together, they gathered a new crop full of fruits
that served to find their home in the world. Little by little, Rodrigo's
farm became a place where people in need came for help: a place where
they could heal the wounds that nobody could see.
Hay personas que, por alguna razón, lo pierden todo. Rodrigo fue una
de ellas. Pero hubo una cosa que no perdió, y fue la esperanza.
Rodrigo pierde su casa familiar debido a un devastador tornado que lo ha
destrozado todo. Sin hogar y rodeado de escombros, siente un vacío
gigante en el corazón y casi se da por vencido. Pero entonces se acuerda
de las palabras que su padre repetía en tiempos de crisis: «Hay que
seguir adelante, no queda otra». Y entonces, algo se activa en su
interior y encuentra la fuerza para construir una nueva vida. Poco a
poco, Rodrigo empieza a trabajar en el campo y pronto el huerto empieza
a florecer. Gracias al amor por su familia y por su tierra, recupera la
ilusión y la esperanza y, a su vez, encuentra ayuda y cooperación en
otras personas que están pasando por la misma situación que él. Juntos,
recolectan una nueva cosecha llena de frutas que les ayuda a encontrar
su hogar en el mundo. Poco a poco, la finca de Rodrigo se convierte en
un lugar al que acuden personas en busca de ayuda: un lugar donde pueden
curar las heridas que nadie ve.