«[...] el día en que el criminal apareció en mi puerta llevando un
samovar en la mano, supe que el destino era irreductible. Fue ahí cuando
le di la estocada.»
En un soleado departamento de la Ciudad de México, habitan tres
ancianas: la bobe Anna, la tutta Lena y Modesta, todas ellas
sobrevivientes de lo imposible. De pronto, un día, alguien llega a
comer. Tatiana ha hecho un pacto bajo las jacarandas con su abuela. Una
historia está esperando. El viejo samovar oxidado, perdido en el tiempo,
se enciende. La estufa crepita. El aire entra con un vendaval de
naufragios y polvaredas, chales bordados, tardes, furias, siestas, y
criminales de amores duplicados en el tiempo que resucitan.
El samovar funciona como aquella magdalena en la que los recuerdos, los
amores, el aprendizaje de saber de dónde viene una, se van entretejiendo
con estas maravillosas voces que pintan los lienzos en los que Tatiana
se irá reconstruyendo. ¿Es posible describir qué se siente recobrar un
idioma que se creyó perdido? Y con ese idioma, un mundo; con ese mundo,
el propio mundo.
Ethel Krauze, con indiscutible maestría y musicalidad en el lenguaje,
nos invita a pasear por esa Rusia previa a la Segunda Guerra Mundial,
por aquel México lleno de posibilidades, y por la vida de tres mujeres
que fueron semilla.
ENGLISH DESCRIPTION
"[...] when the criminal appeared at my door carrying a samovar in
his hand, I knew that fate was indomitable. That's when I gave him the
final stab."
Survivors of the impossible, three old women live in a sunny apartment
in Mexico City: bubbeh Anna, tutta Lena, and Modesta. Suddenly, one
day, someone comes to dinner. On one hand, Tatiana has made a pact under
the jacarandas with her grandmother. On the other, a story awaits.
Meanwhile, the old rusty samovar, lost in time, lights up again, and the
stove crackles. The wind brings shipwrecks and dust, embroidered shawls,
afternoons, furies, siestas, and resurrected criminals of duplicated
lovers through time.
The samovar works like that pastry in which memories, lovers, and the
knowledge of our origins are interwoven with the wonderful voices that
paint the canvases on which Tatiana will rebuild herself. Is it possible
to describe what it feels like to recover a language that was thought to
be lost? And with that language, a world; with that world, the world
itself.
With undeniable artistry and musicality in the language, Ethel Krauze
invites us to walk through Russia before the Second World War, through a
Mexico full of possibilities, and the lives of three women, the initial
seed.