**Gabi aún no entiende quién es. Escribir la ayudará a juntar sus
pedazos.
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Gabi Hernández está en su último año de la preparatoria. Para
entretenerse, escribe todo lo que le pasa en su diario: las solicitudes
a las universidades, el embarazo de Cindy, cuando Sebastián salió del
clóset, los chicos guapos de su clase, la adicción de su padre a la
metanfetamina, y toda la comida que se le antoja. Pero lo mejor de todo
lo que escribe es la poesía que la ayuda a ser quien es.
24 de julio
Mi madre me llamó Gabriela en honor de mi abuela materna, quien, por
cierto, no quiso conocerme cuando nací porque mi mamá no estaba casada,
es decir, vivía en pecado. Mi mamá me contó muchas, muchas, muchas veces
cómo mi abuela la golpeó cuando le confesó que estaba embarazada de mí.
¡Le dio una paliza! A los veinticinco años. Esa historia es la base de
mi educación sexual. Cada vez que salgo con alguien, mi mamá dice, "Ojos
abiertos, piernas cerradas". Hasta ahí llega la conversación de las
abejitas y las flores. Y por mí está bien, aun si no estoy enteramente
de acuerdo con toda esa basura de "esperar hasta que te cases". O sea,
esto es Estados Unidos y es el siglo XXI, no México hace cien años.
Pero, claro, no se lo puedo decir a mi mamá porque pensaría que soy
mala. O peor: que intento ser blanca.
ENGLISH DESCRIPTION
Named to Kirkus Reviews Best Books of 2014
Named to School Library Journal Best Books of 2014
Gabi Hernandez chronicles her last year in high school in her diary:
college applications, Cindy's pregnancy, Sebastian's coming out, the
cute boys, her father's meth habit, and the food she craves. And best of
all, the poetry that helps forge her identity.
July 24
My mother named me Gabriella, after my grandmother who, coincidentally,
didn't want to meet me when I was born because my mother was unmarried,
and therefore living in sin. My mom has told me the story many, many,
MANY, times of how, when she confessed to my grandmother that she was
pregnant with me, her mother beat her. BEAT HER! She was twenty-five.
That story is the basis of my sexual education and has reiterated why
it's important to wait until you're married to give it up. So now, every
time I go out with a guy, my mom says, "Ojos abiertos, piernas
cerradas." Eyes open, legs closed. That's as far as the birds and the
bees talk has gone. And I don't mind it. I don't necessarily agree with
that whole wait until you're married crap, though. I mean, this is
America and the 21st century; not Mexico one hundred years ago. But, of
course, I can't tell my mom that because she will think I'm bad. Or
worse: trying to be White.