De todas las formas en que a priori se puede organizar una estructura
musical, la fuga parece ser la más severa y cerrada dentro de sí misma,
controlando y rigiendo todo el discurso musical, desde su comienzo al
escoger la base y el fundamento de toda la obra, el tema, hasta su
desarrollo y conclusión a través de todas las distintas manipulaciones
con que éste se ve afectado... tratamos de canalizar el análisis que
permita al compositor organizar esta estructura pero también insistimos
en que el elemento irracional, oscuro tiene que poder abrirse paso a
través de esta forma aparentemente tan estricta. La fuga halló su modo
de ser en la época modal y dio admirables frutos en el tiempo de la
tonalidad; ahora sigue vigente y en un espacio atonal o dodecafónico
también puede, y debe, expresarse como organización y como estructura.