El principio de la institución de las castas, tan completamente
incomprendido por los occidentales, no es otra cosa que la diferencia de
naturaleza que existe entre los individuos humanos, y que establece
entre ellos una jerarquía cuyo desconocimiento no puede conducir más que
al desorden y a la confusión. Es precisamente este desconocimiento el
que está implicado en la teoría ''igualitaria'' tan querida al mundo
moderno, teoría que es contraria a todos los hechos mejor establecidos,
y que es desmentida incluso por la simple observación corriente, puesto
que la igualdad no existe en realidad en ninguna parte; pero éste no es
el lugar para extendernos sobre ese punto ya tratado en otra parte. Las
palabras que sirven para designar la casta en la India, no significan
otra cosa que ''naturaleza individual''; con ello es menester entender
el conjunto de los caracteres que se agregan a la naturaleza humana
''específica'', para diferenciar a los individuos entre sí; conviene
agregar seguidamente que la herencia no entra nada más que en parte en
la determinación de esos caracteres, sin lo cual todos los individuos de
una misma familia serían exactamente semejantes, de suerte que la casta
no es estrictamente hereditaria en principio, aunque lo más
frecuentemente haya podido devenirlo de hecho y en su aplicación.
Además, puesto que no podría haber dos individuos idénticos o iguales
bajo todas las relaciones, también hay diferencias forzosamente entre
los que pertenecen a una misma casta; pero, del mismo modo que hay más
caracteres comunes entre los seres de una misma especie que entre seres
de especies diferentes, así hay también más caracteres comunes, en el
interior de la especie, entre los individuos de una misma casta que
entre los de castas diferentes; así pues, se podría decir que la
distinción de las castas constituye, en la especie humana, una verdadera
clasificación natural a la cual debe corresponder la repartición de las
funciones sociales.